Hacemos de nuestra basura su mundo: reseña de «Obsolescence»

La ficción nos muestra a través de parábolas los distintos conflictos de la humanidad y permite que abramos los ojos ante una realidad que, en varios casos, pasamos por alto o negamos.

El cortometraje animado «Obsolescence» del español Jesús Martínez Tormo fue galardonado como mejor cortometraje de ficción internacional en el Festival de Cine Socio Ambiental «Vi Viendo Cine«. En este se exhibieron diversas historias (entre ficción y no ficción) sobre temas ambientales y conflictos sociales ligados al ambiente y cambio climático. En esencia, este festival trabaja la idea de que por medio del cine, la creación de historias (y cualquier otra manifestación artística), podemos generar conciencia.

«Obsolescence» dura diez minutos. En un vertedero de desechos electrónicos en África, subsiste un niño quien, con la ayuda de una anciana hechicera, vislumbra los motivos de la desaparición de su tribu y la transformación del mundo en un paraje frío, gris y oxidado. Esta es una historia que no solo me agradó, sino que en su escaso tiempo de metraje (diez minutos) concentra una variedad de situaciones contemporáneas y urgentes. 

En primer lugar, el concepto que da título a la pieza responde al vertiginoso ritmo de consumo de las sociedades actuales. La «obsolescencia programada» refiere a la vida útil de un determinado artefacto eléctrico, definido por el fabricante, para que el consumidor se vea en la necesidad de adquirir un nuevo producto. Eso es lo que ocurre con todos los elementos eléctricos del presente, por ejemplo los celulares, con los que no basta la actualización de los software para la corrección de errores, sino quizás la posibilidad de migración a un nuevo equipo, más avanzado, más provechoso, estética y funcionalmente mejorado. 

Dicha programación es el sostén de la economía del primer mundo, los conglomerados empresariales la ubican como una estrategia segura de consumo que no tendrá fin, lo que forma parte de un ciclo de obsolescencia en cuanto «función, calidad y deseo«, al cual se impregna un peso psicológico influido por la experiencia con los aparatos y el constante sentido de actualización. Es decir, los productos no son hechos para una alta durabilidad (que no es lo mismo que extender la vida de un equipo), sino para el desecho de estos y la obtención de uno nuevo. 

No obstante, el cortometraje explora la cara oculta de la obsolescencia programada, la que no pensamos como economía ni desarrollo, más bien como estorbo y residuo, la que dejamos en algún sitio, acumulada y podrida, y que es una de las principales fuentes de contaminación. Por tanto, la historia magnifica un proceso abrupto de obsolescencia para crítica y reflexión de nuestras acciones. 

En un artículo del diario «El País» de España se menciona que al año se generan cuarenta millones de toneladas de residuos eléctricos, lo que se conoce como «chatarra electrónica». Esta basura proviene de países desarrollados hacia zonas de lo que al principio del cortometraje –y en la realidad– se denomina «tercer mundo» o «en vías de desarrollo». De hecho, en el artículo se hace mención de Ghana, un país en África Occidental, como lugar de «recepción, recuperación y descarte» de los desechos electrónicos. Este es el escenario principal en el cortometraje, donde viven personas dedicadas al reciclaje de estos desechos, pero que están expuestas a la contaminación por la extracción de materiales como el cobre o aluminio a través de métodos peligrosos para la salud y el ambiente. 

Aquí entra otro elemento interesante: una naturaleza perdida, olvidada, descartada, como tanto producto eléctrico, frente a los avances arrolladores de la industrialización, que ocasiona el cambio climático, la destrucción del ambiente y la inequidad entre las sociedades. No es cuestión de buscar al culpable y a la víctima, sino de pensar que existen consecuencias, efectos nocivos en personas con bajos recursos que podemos revertir al cambiar esta tendencia de consumo y desecho hacia algo más eficiente, que no ponga más concreto al muro que separa a ricos y pobres y sentencie a estos últimos (en teoría también a todos) a un trabajo peligroso en un ambiente hostil. 

Cabe resaltar que la inclusión de un joven y una hechicera que vivieron, alguna vez, el esplendor de una tribu (sus costumbres y saberes, que desapareció cuando sus hogares se inundaron de desechos, cuando vieron la oportunidad de un trabajo, pero sabían que en algún momento iba a ser insostenible, que progresivamente malograría el ambiente y a ellos mismos, que agrandaría la brecha entre los que tienen todo y nada, y viven el continuo recuerdo de un esplendor mágico) es pertinente para comprender la metáfora de esta historia, de modo que recapacitamos en los impactos de las acciones humanas en la naturaleza al inclinarnos por la artificialidad del instante, de lo palpable, que diluye el paisaje en tonos monocromáticos y húmedos. No falta mucho para dejar atrás el terreno de la ficción y ver, finalmente, la crudeza de un mundo repleto de basura.

Es entonces que Obsolescence rescata esos aspectos del consumo y la degradación del ambiente, en un escenario cyberpunk y scrappunk, que esperamos no sea posible a menos que nos pongamos a trabajar, tomar conciencia y compartir el mensaje. También a repensar que la gran magia del mundo no es la tecnología, que podría ser una ayuda importante aunque efímera; más bien está en algo más allá de lo comprensible y que tal vez, quienes acompañamos el desarrollo, no lo vemos.

El recurso artístico de la animación permite concretar elementos del realismo mágico con los que observamos la vivacidad y armonía de una naturaleza que podría reconstruirse con metal, con un tiempo de vida marcado y un futuro arruinado. Pensemos que eso tiene efectos en la salud humana y la del planeta.

No lleguemos a un mundo en el que nuestros ojos sean pantallas que se apaguen al mirar un horizonte humeante con montículos de artefactos que serán reminiscencias de aquello que añoramos. 


Cortometraje «Obsolescence» en el canal de Youtube de «Fundación Pertenecer»

Anuncio publicitario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s