Activistas y negociadores jóvenes inyectan «nueva sangre» en la toma de decisiones sobre cambio climático

Los jóvenes activistas climáticos están pasando de las calles a negociar posiciones de poder, pero muchos encuentran obstáculos en su camino.

  • Los jóvenes se están convirtiendo en negociadores climáticos formales para sus países.
  • Por ejemplo, los gobiernos de Sudán y Suiza tienen ahora jóvenes negociadores.
  • Muchos luchan por cubrir los costos o marcar una diferencia real en las reuniones.

Por Laurie Goering*.

LONDRES, 12 de marzo (Fundación Thomson Reuters). En las últimas reuniones de la ONU sobre el cambio climático en Madrid, en diciembre de 2019, Marie-Claire Graf, entonces de 23 años, dirigió las negociaciones de Suiza sobre los esfuerzos para impulsar la capacidad de los países en desarrollo para reducir las emisiones y adaptarse a un mundo más cálido.

Graf, una estudiante de sostenibilidad y política, había estudiado el tema y la oficina del presidente suizo le pidió que asumiera el papel de negociadora, como la persona mejor calificada para el trabajo. Pero algunos negociadores de alto nivel no estaban dispuestos a aceptar que se pudiera confiar la tarea a alguien tan joven.

Uno le pidió a Graf que lo pusiera en contacto con el delegado suizo a cargo. «Le dije que soy la negociadora suiza que lidera este asunto», dijo Graf, ahora de 24 años. El europeo repitió su petición, y cuando Graf volvió a decir que ella era la persona adecuada para hablar, «simplemente se marchó».

«Claramente, no podía entender el hecho de que una mujer joven pudiera sentarse allí y tomar decisiones», dijo a la Fundación Thomson Reuters.

A medida de que una generación de jóvenes apasionados por impulsar la acción sobre el cambio climático comienza a pasar de las protestas callejeras a posiciones de toma de decisiones, se enfrentan a una serie de desafíos.

Algunos, a pesar de su experiencia, luchan por ser tomados en serio o se ven limitados a roles de asesores y con oportunidades para tomar fotografías. Dado que gran parte de su trabajo aún no está remunerado, los menos favorecidos tienen vías limitadas para aportar sus ideas.

Y si bien los jóvenes han asumido roles de negociadores climáticos con poder real en países desde Costa Rica hasta los Países Bajos y Sudán, muchos aún quedan fuera de otras decisiones clave, como -por ejemplo- el gasto de los fondos de recuperación de la pandemia.

Cuando golpean las crisis, «los jóvenes son a menudo los primeros en dejar de participar», dijo Aoife Fleming, una negociadora climática holandesa de 23 años y estudiante de derecho.

Cuando las decisiones se refieren sobre si vale la pena permitir que una generación use los recursos para promover la economía verde o apuntalar en el cambio de los sistemas contaminantes, es exactamente donde los jóvenes más necesitan voz, insiste.

«Eso es mucho dinero y tiene una gran influencia en cómo se verá el futuro», dijo Fleming.

Marie-Claire Graf en la. COP25 (Madrid).

TOMAR EL ASIENTO

Los jóvenes, que tienen un gran interés en cómo se verá un planeta que se calienta en las próximas décadas, han estado buscando poder para tomar decisiones sobre cuestiones climáticas durante muchos años.

Los jóvenes en las negociaciones climáticas de la ONU de 2005, por ejemplo, emitieron un comunicado exigiendo «un asiento en la mesa de negociaciones», diciendo que «es nuestro futuro el que ustedes están negociando».

Pero esos asientos siguen siendo pocos, incluso cuando los representantes de la juventud inundan los paneles y eventos, particularmente a raíz de las protestas de alto perfil lideradas por jóvenes en 2019, algunas inspiradas en la adolescente sueca Greta Thunberg, que llevó a millones a las calles.

«Los jóvenes están en todas las sesiones, pero de forma consultiva», dijo Graf. Tienen «dos minutos» al comienzo o al final de un evento, agregó.

«Todos se ponen de pie y aplauden, y dicen lo alentador que es escucharte, pero luego no escuchan y toman las decisiones como lo hacían antes», dijo.

Marcel Beukeboom, el enviado climático de los Países Bajos que ha asesorado a los jóvenes negociadores climáticos de su país y los ha ayudado a ganar más poder, dijo que muchos son ahora verdaderos expertos en política climática, que abarcan desde la agricultura hasta el transporte limpio.

«Pero este hecho no recibe suficiente reconocimiento», agregó.

Algunos inicialmente estaban felices de ser incluidos en las discusiones, pero Beukeboom les dijo que para mantener su asiento en la mesa, necesitarían «agregar valor».

Ahora «se están preparando increíblemente bien, y se les invita a volver», dijo.

Su mayor objetivo en estos días es lograr que sus intereses se incorporen y comenzar a ayudar a establecer la agenda. En particular, brindar una perspectiva a más largo plazo sobre lo que las decisiones tomadas hoy significarán en el futuro.

Nisreen Elsaim, una negociadora climática de 26 años para Sudán, que ya asistió a seis importantes cumbres climáticas de la ONU y trabajó como negociadora en tres, dijo que incluir a los jóvenes en la toma de decisiones era crucial para acelerar la acción climática rezagada.

Las temperaturas globales ya han aumentado 1,2 grados centígrados por encima de los tiempos preindustriales, y el objetivo de mantener el calentamiento en 1,5 grados centígrados podría perderse en una década sin una rápida transformación de la energía del mundo y otros sistemas económicos, dicen los científicos.

«Tener la sangre de una nueva generación en las negociaciones hace que las cosas vayan más rápido», dijo Elsaim en una entrevista telefónica.

Las generaciones mayores a menudo son reacias a dejar de lado sus propios logros para probar algo nuevo, dijo la joven física, que tiene una maestría en energías renovables.

Los jóvenes no tienen ningún conflicto de intereses, señaló. «No nos sentimos tan apegados a las cosas», dijo.

En su país, donde tres de cada cuatro personas son agricultores o pastores, ya enfrentan crecientes pérdidas por el aumento de las temperaturas y se dan malas cosechas por el clima extremo. La necesidad de actuar con rapidez es clara, dijo.


PRECIOS ALTOS

Aunque el gobierno de Elsaim y el grupo más amplio de negociadores africanos le han pagado para que asista a las reuniones sobre el clima de la ONU y la han apoyado constantemente, otros jóvenes de los países más pobres han luchado para pagar -literalmente- su propio camino.

Kassim Gawusu-Toure, de 33 años, un negociador joven de Ghana, dijo que su gobierno financiará su viaje a la COP26 en Glasgow este noviembre, pero otros no tienen tanta suerte.

«Es un serio desafío al que se enfrentan los jóvenes del continente, recaudar fondos para llegar allí», dijo.

Graf, de Suiza, dijo que a medida que los jóvenes toman lentamente más puestos de toma de decisiones, aportan dos nuevas perspectivas clave: un deseo de acción en el presente y un gran interés personal en lo que sucede.

«Tememos por nuestras propias vidas y nuestro propio futuro», dijo. «Tenemos sólo unos pocos años para cambiar y transformar por completo y cambiar todo. No podemos hablar de hacer algo en 20 años. Queremos ver que las cosas se hagan en seis meses».

Eso puede frustrar a algunos que «quieren a los jóvenes allí, siempre que no sean demasiado exigentes o molestos», admitió.

Pero los negociadores jóvenes están demostrando cada vez más su valía, dijo.

«Tenemos la capacidad y la comprensión de los temas, y podemos decir: ‘Por aquí es donde tenemos que ir'», dijo. «Nos merecemos estar allí».


Traducción: Hernán Tello.

*Publicado originalmente en Thomson Reuters Foundation News (2021). Todos los derechos reservados.

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